El hispanista irlandés Ian Gibson, que pasó hace unos días por
Zafra invitado por el CMJP para hablar de Buñuel
y su documental sobre las Hurdes, ya había transitado por las biografías de los
dos mejores amigos del cineasta aragonés: Lorca
y Dalí. Fue “persiguiendo” al
poeta granadino como Gibson se enganchó
a nuestra cultura, especialmente la del siglo XX, y a partir de él, llegó a
Dalí.
El libro Dalí joven, Dalí GENIAL recorre los primeros 26 años de la vida del
genial pintor ampurdanés. Acaba cuando se va a estrenar La edad de oro en París, coescrita con Buñuel. A Gibson le interesa
la gestación del genio. Entiende que la obra adulta de Dalí ya tiene suficiente
bibliografía y él se adentra en los entresijos de su familia, desde el suicidio
de su abuelo Galo, pasando por la severa educación que le dio su padre, hasta
su nunca bien aclarada relación con Lorca, o la fructífera relación
cinematográfica con Buñuel. Aparecen también sus miedos y sus fobias y cómo
estas se reflejan en sus cuadros, comentados con bastante profusión de
detalles.
Para biografiar al pintor
catalán, Gibson tira de hemeroteca (el padre de Dalí, don Salvador Dalí Cusí, guardaba todos los recortes que aparecían en
prensa sobre su hijo), de cartas, de la
autobiografía del pintor, de entrevistas con las personas que le conocieron e,
incluso, con las palabras del propio Dalí, al que entrevistó en sus últimos
años. El trabajo de investigación es muy exhaustivo, la lectura resulta muy
amena, ya que el autor utiliza un castellano muy castizo, nada barroco pero
tampoco vulgar. Y, sobre todo, me
gustaría destacar un hecho que demuestra la honestidad intelectual de Gibson:
en muchas biografías los autores se encuentran con lagunas insalvables por
falta de documentos; algunos las “rellenan” con suposiciones o con información
sin contrastar para que la biografía quede redonda, cerrada, perfecta. Pero
Gibson, poniendo en duda incluso la palabra del propio Dalí, solo se atreve a
conjeturar, a sugerir sin llegar a dar por cierto nunca ningún dato que
no haya sido contrastado. Es de agradecer, insisto, que la biografía pueda
quedar coja; pero, al menos, no queda impostada.
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