Sigo buceando en el alma de las
palabras; eso es, al fin y al cabo, la semántica. Tras una primera entrada en este mismo blog dedicada a lo que llamamos palabras bifrontes, he encontrado
unas cuantas más que encajan en ese perfil de palabras que valen para una cosa
y la contraria. Estas son:
Encajar: (Acepción nº 5) Recibir,
soportar sin gran quebranto golpes… (Acepción nº 8) Dar un golpe… O sea que si encajas un golpe no queda claro si vas
ganando o perdiendo la pelea.
Encelar: (Acepción 1) Dar
celos. (Acepción 2) Concebir celos. Estas dos primeras acepciones son tan antónimas que no sabes si te toca sufrir o
provocas ese sufrimiento.
Sancionar: En este caso no estamos ante una palabra bifronte
propiamente dicha, pero sus acepciones 2 y 3 tienen sentidos contradictorios.
(Acepción 2) Autorizar o aprobar
cualquier acto. (Acepción 3) Aplicar
una sanción o castigo. A la vista está que una acepción permite y la otra prohíbe.
Rayar/Rallar: No es este su sitio puesto que no son bifrontes. Estas
palabras homónimas y homófonas tenían muy delimitados sus significados hasta
hace un par de décadas o poco más. Cuando un joven de hoy te dice: “No me rayes/ralles”
puede querer decir: “No me vuelvas loco” (rayar) o “No me molestes” (rallar).
En fin, dudo que sean conscientes de lo que están queriendo decir.
Hasta aquí otra nueva entrada de
las contradicciones del diccionario.