«Recogí a un vagabundo en la carretera. Me arrepentí enseguida. Olía
mal. Sus harapos ensuciaron la tapicería de mi coche. Pero Dios premió
mi acto de caridad y convirtió al vagabundo en una bella princesa. Ella y
yo pasamos la noche en un motel. Al amanecer, me desperté en brazos del
maloliente vagabundo. Y comprendí que Dios nos premia con los sueños y
nos castiga con la realidad.»
Gonzalo Suárez"(...)Mas desperté del dulce desconcierto;
y vi que estuve vivo con la muerte,
y vi que con la vida estaba muerto".
Fco. de Quevedo
Grande don Gonzalo, inconmensurable don Francisco.
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