Al juez Garzón se le acusó, juzgó y condenó por unas escuchas ilegales
durante la instrucción del caso Gürtel. Él alegaba que perseguía un dinero que
estaría fuera de España y que los abogados de los encarcelados inmersos en la
trama podrían estar moviendo o lavando (el dinero negro, quiero decir).
Al saltar el escándalo
Bárcenas (encausado en la trama, sobreseído su caso después y vuelto a encausar
hace poco), muchos se habrán dado cuenta (otros ya lo intuimos en su momento)
que se hizo una cacería injusta con este juez. Aficionado a los flashes, eso sí; pero valiente con las
causas con las que nunca nadie se había atrevido en este país. Era un juez
incómodo.
Me
vienen a la memoria unas palabras que Calderón
de la Barca pone en boca del rey Felipe II al final de El alcalde de Zalamea, que le vienen como anillo al dedo a esta
injusta sentencia contra el juez Garzón: “que no importa errar lo menos / quien acertó lo
de más.”
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