No soporto ese tufillo a cura que
desprende este hombre, besando la mano de Rouco a las puertas del edificio que
alberga la soberanía del pueblo, con los leones de testigos. Se me indigesta
escucharlo hablar de España, de la bandera, de la patria… como si fuera Millán
Astray. ¿Cómo no sentir rechazo ante ese narcisismo beato? Nunca he entendido
muy bien su papel dentro del PSOE. Hace poco le dediqué una entrada en este mismo blog a raíz de un quítame allá un retrato de unos miles de euros… a costa
del erario, claro. No sé si se me nota, pero no es santo (nunca mejor dicho) de mi devoción.
Tampoco fue nunca santo de mi devoción. Me ocurre lo mismo que a ti, nunca supe muy bien que pintaba en el PSOE.
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