Érase una vez un lobito bueno
al que maltrataban
todos los corderos.
Y había también
un príncipe malo,
una bruja hermosa
y un pirata honrado.
Todas estas cosas
había una vez
cuando yo soñaba
un mundo al revés.
José Agustín Goytisolo.
El otro día me encontré por la calle con un amigo que llevaba prisa. "¿Dónde vas?", le pregunté. "Voy al Sexpe", me respondió sonriente. "Acaban de llamarme para ofrecerme tres empleos; fíjate, tres empleos. Voy a poder elegir, incluso". "Vaya, enhorabuena", le dije. "Además, estoy de suerte. Mi mujer acaba de dar a luz y voy después a comprarle unas rosas para llevárselas a la maternidad". "¿A Badajoz o a Llerena?", le inquirí. "No, aquí, en Zafra. ¿No te has enterado de que abrieron la maternidad el mes pasado?"
Con cara de asombro e incredulidad, me despedí de mi amigo, me encaminé hacia mi casa porque había prometido a mis hijos que iríamos a la piscina climatizada a hacer unos largos.
Será la desconfianza o el estar lejos, pero todos sabemos que las apariencias engañan, o, al menos, pueden.
ResponderEliminarLo que es seguro es que habrá quien tenga que aplicarse el cuento.
Un abrazo.