viernes, 1 de marzo de 2013

Algo huele a podrido en...



J. F.– Se habla de los premios de novela un tanto amañados. ¿Existe el mismo fenómeno en el mundo editorial de la poesía?
L. G. M.– Los premios de poesía cumplen una labor importante, sobre todo en lo que se refiere a la poesía española reciente. Los premios de novela son otra cosa, porque muchas veces cuentan con intereses económicos muy claros y suelen responder a los intereses de una editorial para contratar a un autor. Hay que ser muy ingenuo para presentarse a un premio de novela importante si no te lo ofrecen. La única justificación es que te hayan asegurado que te lo dan y que tomes el premio como un adelanto, pero esto no ocurre en poesía, donde los premios no están dados y ha servido a mucha gente joven para empezar a publicar.
                                                                                  
                                                                       Entrevista de Jaime Fernández a Luis García Montero

                                                                                                                         Tribuna complutense (1/06/2004)



El segundo premio de poesía Viaje del  Parnaso de Castilla La Mancha de 2007 fue a parar a manos de Luis Antonio de Villena. El jurado, presidido por Ángel González y compuesto entre otros por Chus Visor (dueño de la editorial Visor, que publica el libro premiado), Caballero Bonald y Benítez Reyes, no debió darse cuenta de que una de las bases rezaba, como siempre en cualquier premio literario, que las obras presentadas debían ser originales e inéditas. El libro de Villena ya había sido publicado bajo otro título. De hecho, durante la recepción del premio,  el poeta leyó un poema que ya estaba en el cuadernillo anteriormente publicado con diferente título.

El Premio Ciudad de Burgos de 2012 fue ganado por Daniel Rodríguez Moya, granadino. El jurado lo presidía Luis García Montero y lo conformaban, entre otros, Joan Margarit y Chus Visor. Nada tendría de extraño sino fuera porque Ricardo Ruiz y Pedro Olaya, preseleccionadores del certamen (lectores que seleccionan de entre todos los presentados para dejar un número de poemarios razonable al jurado y facilitarle la labor) dieron la voz de alarma al asegurar que el ganador del premio NO estaba entre los 11 preseleccionados. El presidente, García Montero, dijo que habían recuperado dos poemarios no preseleccionados, ya que los preseleccionadores no son miembros del jurado. A estas horas se desconoce qué criterio llevó al jurado a recuperar esos dos poemarios y no el resto.

Como considero a mis lectores inteligentes, les dejaré que ellos saquen las conclusiones y me ahorraré ese trabajo.
Solo añadiré una cosa: me duele enormemente ver un nombre, uno solo, entre todos los citados en esta entrada. No hace falta ser muy perspicaz para entender a quién me refiero.

3 comentarios:

  1. Muchas veces es preciso separar lo literario de lo personal porque sino yo no podría leer a mucha gente a la que leo.

    Es penoso que ocurran estas cosas pero bueno la literatura y el arte se han hecho para disfrutar.

    Allá ellos.

    Saludos.

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  2. Lo de los premios literarios, en el mundo de la novela, lo viví personalmente hace unos años. El día que me enteré de la verdad... Es desolador que la única cosa noble que a veces nos queda, que es el arte, sea tal nido de engaño. Entendednos a los creyentes con la Iglesia, porque hay puntos de contacto...

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  3. julio garcía cumbrero25 de octubre de 2014, 1:05

    Dicen los que prevarican y trafican con influencias impunemente cada vez que forman parte de jurados (por supuesto con remuneración incluida) que los premios literarios (que se financian con dinero público) se amañan para que gane el mejor.
    Pasa igual que con los contratos públicos, que se amañan para que el empresario más solvente realice la mejor obra.
    La diferencia está en que en la actualidad el empresario tiene serias probabilidades de ir a la cárcel.

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