jueves, 24 de mayo de 2012

Discoppk (VII). All things must pass

Cuando The Beatles se separaron,  Harrison, que había estado a la sombra de ese tándem monstruoso que fueron Lennon y McCartney, se encontró con un montón de canciones que no había podido colocar en los últimos álbumes del cuarteto de Liverpool. Muchas de ellas realmente buenas, muy buenas. Ya, en el último disco del grupo, Abbey road, les había ganado la partida a sus dos compañeros. Para muchos, las dos mejores canciones del álbum son las que firma el “tercer beatle” o el “beatle tranquilo”, como se le conocía. Son Something y Here comes the sun. Sin duda, dos magníficas canciones.
Pues bien, tras la ruptura del grupo, Harrison decidió juntar a un puñado de amigos y grabar el que sería su gran (en todos los sentidos) disco en solitario, All things must pass. Es el primer disco triple publicado jamás, aunque, en mi opinión, el tercero (una jam session  que divertiría mucho a los músicos, pero que es a todas luces insufrible) podría haberse quedado en el cajón. Pasaron por el estudio de grabación, entre otros,  Billy Preston, Ringo Starr, Klaus Voormann, Alan White… Hasta hay una canción compuesta a medias con Dylan, y el propio Harrison se atreve a versionar If not for you, del músico de Minnesota. Todo ello producido por el inefable Phil Spector.
En este álbum está su canción más señera (y también la que le dio más quebraderos de cabeza: lo acusaron de plagio y fue condenado por ello): My sweet lord. Aunque yo destacaría por encima de esta algunas como I´d have you anytime, Beware of darkness, Isn´t it a pity o la que da título al disco, All things must pass.
Si no lo conoces, amigo lector, echa un ratito y descubrirás verdaderas joyas. Pero si la pereza no te animara a buscar, te lo facilito con los enlaces en las canciones que tienen otro color; pincha sobre ellas y… voilà!

sábado, 19 de mayo de 2012

Un mundo al revés

Érase una vez un lobito bueno
al que maltrataban 
todos los corderos.
Y había también 
un príncipe malo,
una bruja hermosa  
y un pirata honrado.
Todas estas cosas 
había una vez
cuando yo soñaba 
un mundo al revés.

               José Agustín Goytisolo.



 
El otro día me encontré por la calle con un amigo que llevaba prisa. "¿Dónde vas?",  le pregunté. "Voy al Sexpe", me respondió sonriente. "Acaban de llamarme para ofrecerme tres empleos; fíjate, tres empleos. Voy a poder elegir, incluso". "Vaya, enhorabuena", le dije. "Además, estoy de suerte. Mi mujer acaba de dar a luz y voy después a comprarle unas rosas para llevárselas a la maternidad". "¿A Badajoz o a Llerena?", le inquirí. "No, aquí, en Zafra. ¿No te has enterado de que abrieron la maternidad el mes pasado?" 
Con cara de asombro e incredulidad, me despedí de mi amigo, me encaminé hacia mi casa porque había prometido a mis hijos que iríamos a la piscina climatizada a hacer unos largos.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Biblioppk (III). El abrecartas


La novela del valenciano Vicente Molina Foix se nos presenta en forma epistolar y recorre casi todo el siglo XX, desde los años 20 en que se fecha la primera carta hasta 1999 en que se data la última. La construcción epistolar le permite al autor presentarnos a los personajes por parejas y, poco a poco, entrelazarlos de manera inteligente, porque uno de los personajes,  el inspector  Ramiro Fonseca, trasunto de un personaje real, acaba enmarañándolo  todo.
Los personajes son la mitad ficticios y la mitad reales. Algunos de los cuales, aunque verdaderos, son poco conocidos, como el cineasta Maenza. La novela comienza con una carta de Rafael, personaje inculto inventado, que escribe a García Lorca, a quien conoció en su infancia.
Uno de los grandes méritos de la obra es lo que Lope hubiera llamado el decoro de los personajes: adecuar el habla al nivel sociocultural de cada uno de ellos. Bien es cierto que en las primeras cartas de Rafael, aunque se le nota la incultura de alguien sin estudios, no olvida, sorprendentemente, poner ni una sola tilde.
A pesar de todo ello, la novela se deja leer muy bien y los personajes son muy creíbles: los de verdad y los de mentira. Sirve, además, de repaso a la historia de la España del siglo XX.

viernes, 4 de mayo de 2012

Discoppk (VI). R.E.M.


Casi  desconocidos para el gran público en Europa hasta 1991 (habían publicado su primer disco en el 81), se hicieron imprescindibles a partir de ese año. Out of time incluía una canción que los que tengan más de 40 años  recordarán, sin duda alguna. Era imposible salir una noche de copas y no escucharla varias veces; me estoy refiriendo a su éxito más sonado: Losing my religion. A ella se le podría sumar otra canción, igualmente exitosa en el ya lejano 91, Shiny happy people.  Pero ya antes habían hecho discos con algunas joyas, entre las que recomiendo especialmente The one I love.

Tras el exitazo de Out of time, era una tarea titánica hacer un disco que convenciera a la crítica y al público, pero la banda liderada por Michael Stipe lo consiguió. A mi entender (subjetivo, por supuesto,  como todas las opiniones)  el mejor disco de la banda de Athens. Un disco más reposado que los anteriores y que los posteriores; de hecho, es una isla en su inmensa discografía, un punto de inflexión. Un disco más folk que rock, más country que pop. Salieron de él  ¡¡seis singles!!, algunos de muchísimo éxito como Drive, Man on the moon o la muy excitante Everybody hurts. Pero yo sigo escuchando con verdadera delectación una joya que cierra el disco y que es de las más desconocidas, pese a ser un single del disco: Find the river.