viernes, 8 de junio de 2012

Los bodrios de Luis Santos



Según la RAE, bodrio significa “cosa mal hecha, desordenada o de mal gusto”. Este es el nombre que Luis Santos dio a un tipo de obra (no es pictórica, ni escultórica), que inventó. Y ahí se puso al nivel de Valle-Inclán con sus esperpentos o de Gómez de la Serna con sus greguerías.
Luis Santos era médico y estaba casado con Carmina Unamuno (nieta mayor del escritor bilbaíno), y eran padres de nueve hijos, entre ellos Mercedes. Y fue a través de ella como conocí a Luis, personaje “bohemio, soñador, curioso por saber, anárquico, quijote, librepensador” (como lo definió Máximo Puertas en Salamanca médica). Publicó muchos artículos en periódicos locales salmantinos, algunos de los cuales recogió en un par de libros que tituló De todo lo invisible y lo visible (2004) y De todo lo habido y por haber (2007).
Luis, que no paraba quieto un momento, siempre estaba pensando, o rebuscando algún material que reciclar en sus bodrios o tomando notas en su cuadernillo de cuero, fabricado por él mismo, para discutir con el primero que se le pusiera a tiro.
Él, un cachondo mental por naturaleza, se reía de aquellos que le halagaban en las exposiciones sus bodrios y más aún de quienes le compraban aquellos trozos de madera con algunos enseres (de lo más variopinto) sujetos o pegados a su superficie. Eso eran los bodrios. De la disposición y de los materiales utilizados se podría hacer todo un tratado. En alguno de ellos se disponían dos objetos relacionados, pero entre los que mediaban varias décadas; por ejemplo: una llave grande de las puertas antiguas y una cerradura moderna.
Esa forma tan metafórica y barroca de relacionar el pasado y el presente, el ayer y el hoy me ha servido para iniciar una serie de entradas en las que relacionaré (¡ya veremos cómo!) una canción y un poema, un cuadro y una canción, un relato y una canción… La llamaré, en su memoria,  Bodrios.

PD) Las fotografías de los bodrios son de Mercedes Santos Unamuno.

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