¿Qué película española tiene el
siguiente argumento: un padre de familia numerosa está enfermo y a punto de
morir; solo uno de sus hijos comprende la
extraña actitud del padre, que se niega a ir a un hospital, y le apoya
intentando comprender sus motivos. Este hijo es el último en llegar a reunirse
con su familia y además tiene una historia con la chica de su hermano, lo que
crea un conflicto entre ambos. El padre y la madre, además, guardan un secreto que se
descubrirá, cómo no, al final. La relación entre el padre y la madre lleva
varios años rota porque el secreto que ocultan es el origen de sus
desavenencias? ¿Te suena, amigo lector?
lunes, 30 de septiembre de 2013
viernes, 27 de septiembre de 2013
Etimologías inciertas (II). Onanismo
Según el DRAE, la palabra “onanismo”
es sinónimo de masturbación. De hecho, el diccionario de la docta casa, cuando
buscas “onanismo”, te remite a la entrada de “masturbación”.
Se habla también del pecado de
Onán, del vicio de Onán. Sin embargo, si uno lee atentamente el pasaje de la Biblia
donde aparece este personaje (Génesis 38, 9), descubrirá que lo que desde
tiempo inmemorial se ha asociado al vicio solitario, no es más que el “coitus
interruptus” o, más vulgarmente, “marcha atrás”.
Según la ley hebraica de la
época, si un hombre moría, su hermano estaba obligado a casarse con la viuda
para darle descendencia. El hijo que naciera de esta relación sería el heredero.
Así que Onán, más ambicioso que lascivo, decidió que cada vez que yaciera con
su cuñada, derramaría el semen fuera de ella. Por supuesto, Dios, que no lleva
muy bien que se le desobedezca, lo mató.
En definitiva, que Onán debería
ser el patrón de la marcha atrás o un ejemplo de avaricia, pero en ningún caso,
el “fundador” de la masturbación.
martes, 24 de septiembre de 2013
Biblioppk (X). Dalí joven, Dalí GENIAL
El hispanista irlandés Ian Gibson, que pasó hace unos días por
Zafra invitado por el CMJP para hablar de Buñuel
y su documental sobre las Hurdes, ya había transitado por las biografías de los
dos mejores amigos del cineasta aragonés: Lorca
y Dalí. Fue “persiguiendo” al
poeta granadino como Gibson se enganchó
a nuestra cultura, especialmente la del siglo XX, y a partir de él, llegó a
Dalí.
El libro Dalí joven, Dalí GENIAL recorre los primeros 26 años de la vida del
genial pintor ampurdanés. Acaba cuando se va a estrenar La edad de oro en París, coescrita con Buñuel. A Gibson le interesa
la gestación del genio. Entiende que la obra adulta de Dalí ya tiene suficiente
bibliografía y él se adentra en los entresijos de su familia, desde el suicidio
de su abuelo Galo, pasando por la severa educación que le dio su padre, hasta
su nunca bien aclarada relación con Lorca, o la fructífera relación
cinematográfica con Buñuel. Aparecen también sus miedos y sus fobias y cómo
estas se reflejan en sus cuadros, comentados con bastante profusión de
detalles.
Para biografiar al pintor
catalán, Gibson tira de hemeroteca (el padre de Dalí, don Salvador Dalí Cusí, guardaba todos los recortes que aparecían en
prensa sobre su hijo), de cartas, de la
autobiografía del pintor, de entrevistas con las personas que le conocieron e,
incluso, con las palabras del propio Dalí, al que entrevistó en sus últimos
años. El trabajo de investigación es muy exhaustivo, la lectura resulta muy
amena, ya que el autor utiliza un castellano muy castizo, nada barroco pero
tampoco vulgar. Y, sobre todo, me
gustaría destacar un hecho que demuestra la honestidad intelectual de Gibson:
en muchas biografías los autores se encuentran con lagunas insalvables por
falta de documentos; algunos las “rellenan” con suposiciones o con información
sin contrastar para que la biografía quede redonda, cerrada, perfecta. Pero
Gibson, poniendo en duda incluso la palabra del propio Dalí, solo se atreve a
conjeturar, a sugerir sin llegar a dar por cierto nunca ningún dato que
no haya sido contrastado. Es de agradecer, insisto, que la biografía pueda
quedar coja; pero, al menos, no queda impostada.
jueves, 19 de septiembre de 2013
Etimologías inciertas (I). Culpable
Desde hace tiempo me viene
rondando por la cabeza la idea de comenzar una nueva serie dentro del blog.
Desde siempre me han encantado los diccionarios; tengo un montón en casa. La
etimología (científica o popular) también me parece una disciplina interesantísima.
He tenido apasionantes charlas en los recreos del instituto con mis compañeros Pedro y Concha, profesores ambos de latín y griego, intentando desentrañar
la etimología de alguna palabra que se nos cruzaba en el camino.
Algunas de las palabras que irán
desfilando por aquí serán ocurrencias mías; otras, por el contrario, las habré
escuchado al vuelo o leído en algún sitio. En resumen, querido lector, me
gustaría que comentaras lo que te parezca pertinente de la miniserie que hoy
empezamos. Espero que sea de tu agrado.
Culpable:
Esta se la cojo prestada a José Antonio Pascual en su libro No es lo mismo ostentoso que ostentóreo.
Si nos fijamos en la construcción de ciertas palabras en español que usan el
sufijo “-ble”, veremos que su significado es el de “que puede ser…”; así en “legible”
(que se puede leer), “comestible” (que se puede comer) o en “extensible” (que
se puede extender). Sin embargo, la palabra de la que nos ocupamos hoy ha
tenido una deriva extraña. Cuando decimos que alguien es culpable, no queremos
decir que “puede tener culpa”, sino que “tiene culpa”. Es decir, en este caso,
el sufijo “-ble” ha perdido su sentido de posibilidad. ¿Conoces, querido
lector, algún otro caso parecido?
domingo, 15 de septiembre de 2013
Biblioppk (IX). Absolución
Lino, protagonista absoluto de la
novela, está a punto de casarse con Clara y el relato abarca desde los días
anteriores a la boda hasta los meses posteriores. En total, desde mayo hasta
septiembre. Narrado, como suele Landero,
de manera omnisciente, con un toque humorístico y con una prosa natural,
elegante, sencilla; que no simple.
Lino es un personaje típico del
autor extremeño: un hombre normal, uno de tantos pobres diablos que pululan por
cualquier gran ciudad, que busca su lugar en el mundo en un constante deambular
y que, sin comerlo ni beberlo, se ve envuelto un asesinato…
La novela cuenta con las
características que habitualmente aparecen en las novelas del autor de Los juegos de la edad tardía: personajes
cercanos, creíbles; citas literarias; anagnórisis y un grupo de personajes secundarios bien
dibujados. Pero sin duda, el protagonista absoluto de la novela es Lino, el personaje
más redondo (siguiendo la tipología de Forster)
de toda la narrativa de Landero hasta el momento. Eso le convierte en un
personaje más reflexivo, menos dinámico que los de anteriores novelas. De
hecho, esta novela está muy cerca del ensayo, sin llegar a las nivolas
unamunianas. Una novela recomendable, muy recomendable, ya que siempre es una
celebración leer un libro del extremeño; aunque, en mi opinión, algo por debajo
de algunas novelas anteriores.
Por último, seguimos encontrando
errores sintácticos como el muy mencionado en este blog de la pérdida de la “-s”en el pronombre “le” cuando es plural (págs. 76, 86, 119, 151 y 262). Vamos
dando la batalla por perdida, pero a un autor de su nivel se le tiene que
exigir más pulcritud.
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