jueves, 29 de noviembre de 2012

Bodrios (V) Juana Castro vs. Alberti


 
Ayer estuvo en Zafra Juana Castro, la poeta cordobesa, autora de Fisterra o Heredad, entre otros títulos. Tras la lectura de un poema titulado "Agacharse", me vino a la memoria otro poema de Alberti, "Se prohíbe hacer aguas", escrito en su etapa romana. Los transcribo ambos para que el lector vea si procede o no la asociación. Advierto, de todas maneras, que los tonos son totalmente distintos. Cualquier tema puede ser material poético.

Sentir el peso cálido.
Girar
previsora la vista, y saber
que no hay nadie.
Agacharse. Enrollar
el vestido, dejar en las rodillas
la mínima blancura
de la tela, su felpa
y el fruncido que abraza
la cintura y las ingles.
Mojar
con el chorro dorado,
tibio y dulce la tierra
tan reseca de agosto, el desamparo
sutil de las hormigas en la hollada
palidez de los henos.
Mezclar
su fragancia espumosa con el verde
vapor denso de mayo, sus alados
murmullos, la espantada
carrera de los grillos.
Y en invierno, elevar
un aliento de nube
caldeada, aspirando el helor
de hoja fría del aire.
Orinar
era un rito pequeño
de dulzura
en el campo.

            Juana Castro (Fisterra)


Verás entre meadas y meadas
más meadas de todas las larguras
unas de perros, otras son de cura,
y otras quizá de monjas disfrazadas.


Las verás lentas o precipitadas,
tristes o alegres, dulces, blandas, duras,
meadas de las noches más oscuras
o las más luminosas madrugadas.

Piedras felices que quien no las mea
si es que no tiene retención de orina,
si es que no ha muerto, es que ya está expirando.

Mean las fuentes, por la luz humea
una ardiente meada cristalina,
y alzo la pata pues me estoy meando.


           Rafael Alberti (Roma, peligro para caminantes)

2 comentarios:

  1. Ya está bien de versitos al amor. Qué mejor rima que cuando uno se queda como Dios (con respeto, claro) tras realizar semejante y trascendental acción.

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    1. A mí me parece que el amor es un sentimiento potente; el más, sin duda. Pero la poesía, la literatura, en general, debe abarcarlo todo. En este caso, la melancolía del recuerdo infantil, por un lado; el toque humorístico de Alberti, por otro. Todo es "literaturizable".
      Por cierto, ya en el siglo XVII Quevedo escribió "Gracias y desgracias del ojo del culo", para partirse también.

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