domingo, 22 de abril de 2012

Filmoppk (VII). Muerte de un ciclista


Siempre he pensado que la censura es un buen instrumento para crear obras de arte. En el intento por sortearla, el ingenio se agudiza y sale lo mejor del artista. Este es el caso que nos ocupa hoy. Esta película fue declarada "gravemente peligrosa".

Muerte de un ciclista (1955) es una de las pocas películas que, hechas en España en pleno franquismo, pueden ser vistas hoy sin ningún sonrojo. Juan Antonio Bardem dirigió esta bellísima película en la que la fotografía y la sintaxis narrativa están muy por encima de lo que se estilaba por aquella época en el cine patrio. Algunos de los aciertos de la película son: cómo se encadenan visualmente las secuencias, o cómo se crea la tensión requerida en la escena del baile flamenco con unos personajes que hablan, pero a los que no se les escucha o el lacerante retrato de la burguesía española que vive de espaldas a la realidad, dos de cuyos miembros, siempre de fiesta o en el hipódromo,  ocultan un crimen para salvar su relación adúltera.

Alberto Closas y Lucía Bosé interpretan esta magnífica. Una obra nada maniquea, que desnuda a la clase dominante y nos muestra sus miserias.  Tan moderna que se adelanta a su tiempo con unas revueltas estudiantiles que se harán realidad al año siguiente de rodar la película. Hay que prestar atención al papel de Carlos Casaravilla (a la izquierda en la foto), diletante que, a modo de bufón, entretiene a los amigos de los protagonistas a la vez que los chantajea. Papel corto sobre el que pivota toda la tensión dramática de la obra.
Si tuviera que elegir una secuencia me quedaría con la final, en la que un obrero que va a su trabajo de madrugada da una lección moral a la burguesía.

Película que, con cerca de sesenta años, tiene todavía vigencia por el planteamiento moral que presenta entre los principios y los intereses particulares.

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