viernes, 28 de junio de 2013

Microquijotes (I)

Hace pocas semanas dábamos cuenta aquí de la lectura de una recopilación de microtextos con la obra de Cervantes como telón de fondo. Pues bien, los últimos días de este curso que hoy acabamos, propuse a mis alumnas (eran todas chicas) ya aprobadas, y con la excusa de subirles la nota final, que intentaran escribir un microrrelato con El Quijote o Cervantes como protagonistas. Aquí está el resultado. Esta alumna, Rocío Galván, no solo aceptó el reto; se atrevió a escribir tres microrrelatos. Y como me parecieron muy buenos (me recuerdo a mí mismo como Don Juan Manuel en El conde Lucanor), los quise publicar aquí. Con su permiso, claro.

 -o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

El escritor de la corte descansaba sobre los cojines de su sala de estudio en el palacio. Mientras observaba el cielo repleto de estrellas movía su pluma en el tintero. De pronto, igual que la brisa entraba por su ventana desperdigando por el suelo la arena de las dunas, llegó la inspiración. Sin reparar en la hora, comenzó a escribir y llenó varios pergaminos de aventuras de un hidalgo en una tierra lejana y desconocida. Hacía ya mucho que se había acostumbrado a firmar con un pseudónimo; sólo una persona conocía su mérito. Cuando terminó su pequeño cuento, llamó al guardia que custodiaba su puerta y le ordenó que lo llevase a la habitación real.
Reflexionaba mientras esperaba que por debajo de la puerta, como todas las noches, pasase una nota que dijese: “Mil gracias, Cide H.B, eres un ángel, siempre consigues salvarme”.
   Pero aquella noche no le llegó ninguna nota de Sherezade. Al día siguiente encontró su relato en el suelo. Ya no tendría que escribir nunca más.

  -o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

23 de abril, aniversario de Shakespeare

  Aquel 7 de octubre de 1571 fue un día que Álvaro de la Serena no olvidaría jamás. Había una atmósfera húmeda y cálida, sofocante, en el golfo. Los soldados cristianos pedían a Dios que les ayudase mientras se preparaban para recibir a los turcos, quienes, a su vez, se encomendaban a Alá.
   Había empezado la batalla. Todo se había vuelto una nube de polvo. Sólo se escuchaban gritos, el estruendo de arcabuces y el movimiento de soldados a caballo. Álvaro alzó la vista; su compañero había dejado olvidado su escudo en el suelo. Imaginó que estaría desprotegido. A duras penas, no sin recibir un sinfín de golpes, consiguió avanzar.
   Cuando llegó, ya era tarde; varios soldados se estaban llevando a Miguel. Un certero disparo en el brazo derecho le causaba una grave hemorragia.

  -o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-


 Sancho asomaba tímidamente la cabeza por el filo del acantilado, estaba totalmente pegado al suelo, y se asía muy preocupado a los pocos tallos que encontraba. Miraba fijamente el vasto mar de olas que rompían furiosas contra las rocas. El hombre no dejaba de moverse, se levantaba y se agachaba, muy afanado en buscar con la mirada entre las embravecidas olas negras. A veces hacía aspavientos y gritaba desesperado cosas ininteligibles.

   Hacía unas horas, él y Don Quijote habían llegado al acantilado. Éste se lamentaba amargamente por la pérdida de su amada Dulcinea, como nunca Sancho le había visto hacer. Pero, iluminado de repente por una idea, recobrando en un instante su vitalidad y su “locura”, recordó el mito de Leandro. Recortada su figura por la tenue luz del Sol, Sancho, que le miraba sentado en el suelo, vio cómo, por última vez, la figura de su gran amigo se erguía hasta adoptar una elegante y esbelta pose y recitaba: “Ondas, pues no se excusa que yo muera, dejadme allá llegar, y a la tornada vuestro furor ejecutad en mi vida”.

  

3 comentarios:

  1. Qué gran idea y qué buenísima acogida, ¿no?

    ResponderEliminar
  2. Me sigo asombrando por el nivel de tus alumn@s, aunque supongo que algo tendrá que ver el maestro.
    Un saludo cervantino.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El maestro, poco, muy poco. Soy como el tallista ante un tronco del que tiene que sacar una imagen. Como dice el chiste: "Si el Cristo está aquí dentro, tiene que salir".
      Nuestro trabajo es la motivación. De la cual sacamos, de vez en cuando, algún provecho. Y eso sí, cuando salen cosas como estas, nos ponemos muy orgullosos. Pero el mérito, casi al 100%, es suyo.

      Eliminar