sábado, 15 de diciembre de 2012

Proeza

Hoy, leyendo el periódico, me he congraciado con el ser humano. Un día después de que un joven asesinara a 27 personas en un colegio estadounidense, un día después de que se suicidase una mujer por el  embargo próximo de su vivienda,  leo una noticia sobre Iván Fernández, atleta vitoriano que hasta ahora mismo desconocía. Su hazaña: NO ganar una carrera de cross. ¿Dónde está, pues, el mérito? Pues, sencillamente, en su deportividad. El atleta vasco iba segundo a mucha distancia de un atleta keniano, Abel Mutai, cuando vio en la distancia que el atleta africano frenaba para recibir el aplauso del público allí congregado. Mutai había errado en el camino hacia meta y el público se le decía, pero el atleta no entendía nada. Iván Fernández, le alcanzó y, en lugar de adelantarle (como, según afirmó, hubiera hecho Martín Fiz, su entrenador), acompañó al atleta africano, señalándole el camino a la meta. Así lo cuenta él mismo en su blog.
Hoy, Iván Fernández Anaya ha ganado la carrera más importante de su vida: la de la solidaridad, la de la honestidad. Hoy creo un poco más en el ser humano. Pero creo que estamos necesitados de muchas Ivanes.
Enhorabuena, campeón.

4 comentarios:

  1. Simplemente ¡Bravo!. Estamos necesitados de solidaridad... Ojalá algún día estas cosas dejen de ser noticia.Será señal de que la solidaridad no solo se practica en casos puntuales.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mucho me temo que tardaremos en leer una noticia similar; no porque se haga normal un hecho así, sino porque volverá a ser extraño y, por tanto, noticiable.

      Eliminar
  2. Eso es deportividad, no el intercambio de saludos y camisetas al final de un partido cualquiera...

    ResponderEliminar