
En la novela se pueden reconocer
los personajes ficticios y es muy fácil ponerles cara; por ejemplo: Ramiro
Torres, de la cadena CLEN, controlada por los obispos, es el locutor estrella
matutino, que reparte mandobles a diestra (PP) y siniestra (PSOE). Sus
principales objetivos son los homosexuales, los socialistas y está obsesionado
desde hace cuatro años con el atentado del 11-M, del que no deja de hablar
constantemente para poner en tela de juicio la sentencia sobre el caso. Por si
todavía no le ponen cara, sus enemigos le gritan, para mofarse, “GA-MI-GO,
GA-MI-GO”. Fieles secretarias, potentados empresarios, políticas ambiciosas que
se creen salvadoras de la patria… Todos desfilan ante los ojos críticos de
Santos Unamuno.
La estructura de la novela
recuerda a la utilizada (salvando las distancias) por Clarín en La Regenta: una
primera parte (La voz de su amo) en
la que apenas transcurren unos días para presentarnos a todos los personajes y
sus relaciones, y una segunda (Los días
del cazador), que se extiende más en el tiempo, con el desarrollo de la trama, que no voy a
desvelar aquí.
Los aciertos de la novela son
muchos: el lenguaje muy cuidado del autor, distinguiendo la voz del narrador de
la de los personajes, diálogos muy creíbles y vivos, el sentido del humor que aparece de vez en
cuando, el retrato incisivo de la clase dirigente, política y económica, de este país… El final, un tanto amargo, deja
entrever un desencanto a causa del descreimiento en el que estamos cayendo. De
lectura ágil y entretenida, es muy recomendable.